miércoles, 15 de diciembre de 2010

UN POEMA DE ALEIXANDRE





EL SILENCIO

Miró. Miró por último y quiso hablar.
Unas borrosas letras sobre sus labios aparecieron.
Amor. Sí, amé. He amado. Amé, amé mucho.
Alzó su mano débil, su mano sagaz, y un pájaro
voló súbito en la alcoba. Amé mucho, el aliento aún
decía.
Por la ventana negra de la noche las luces daban su
claridad
sobre una boca, que no bebía ya de un sentido
agotado.
Abrió los ojos. Llevó su mano al pecho y dijo:
Oídme.
Nadie oyó nada. Una sonrisa oscura veladamente puso
su dulce máscara
sobre el rostro, borrándolo.
Un soplo sonó. Oídme. Todos, todos pusieron su
delicado oído.
Oídme. Y se oyó puro, cristalino, el silencio.

(De Nacimiento último, 1953)