viernes, 5 de noviembre de 2010

S.K.


Quiero dormir a tu lado y hacerte las compras y cargarte las bolsas y decirte cuánto me gusta estar contigo. Y quiero jugar al escondite y regalarte mis libros y decirte cuánto me gustan tus zapatos y sentarme en el borde de la bañera mientras te bañas y darte masaje en el cuello y besos en los pies y llevarte de la mano e irme contigo a cenar y que no me importe que comas de mi plato y encontrarme contigo en la cafetería y hablar del día y escribir tus cartas y llevar tus cajas y reírme de tus bromas y regalarte discos que nunca escucharás y ver películas buenísimas y ver películas malas y quejarme del programa de radio y hacerte fotos mientras duermes y levantarme para prepararte el desayuno de tostada y mermelada y salir contigo a tomar un café al Iberia en medio de la noche y dejar que me cojas los pitillos y que nunca tengas fuego y contarte lo que leí la otra noche y acompañarte al oculista y no reírme de tus chistes y desearte por la mañana pero dejarte dormir un poco más y besarte en la espalda y acariciar tu piel y decirte cuánto me gusta tu pelo tus ojos tus labios tu cuello tu pecho tú
y apoyarme a fumar en la farola hasta que vuelva tu vecino y apoyarme a fumar en la farola hasta que vuelvas y preocuparme cuando te retrasas y asombrarme cuando te adelantas y regalarte margaritas e ir a las fiestas y bailar hasta el vacío y estar triste cuando me equivoque y feliz cuando me perdones y mirar tus fotos y desear haberte conocido desde siempre y sentir tu voz en mis oídos y sentir tu piel contra mi piel y tener mucho miedo cuando te enfadas y decirte estás preciosa y abrazarte cuando estás ansiosa y abrazarte más cuando sufras y desearte sólo con olerte y pasarme al tocarte y gemir cuando esté a tu lado y gemir cuando no esté a tu lado y escuchar el eco en tu pecho y envolverte toda la noche y sentir frío cuando me quites la manta y sentir calor cuando no lo hagas y derretirme cuando sonrías y desintegrarme cuando rías y no entender y preguntarte por qué crees que te estoy buscando cuando no te estoy buscando y preguntarme cómo puedes pensar que yo sería capaz de no buscarte y preguntarme quién eres pero aceptarte igual y escribirte poemas y preguntarme por qué no me crees y tener un sentimiento tan profundo que no encuentra palabras y querer compartir almohada para aclarar las ideas hasta que desaparezcan y retenerte en la cama cuando te tengas que ir y llorar como un niño cuando finalmente te vayas y vaciar los ceniceros y comprarte regalos que no quieras y llevármelos otra vez y pedirte que te vengas conmigo y que me digas que no otra vez pero siempre fue en serio desde la primera vez y deambular por toda la ciudad pensando que sin ti está vacía y querer todo lo que quieres y pensar que me estoy perdiendo a mí mismo y saber que contigo estoy a salvo y contarte de mí mismo lo peor e intentar darte lo mejor porque lo mereces y contestar tus preguntas cuando prefiera no hacerlo y decirte la verdad cuando en realidad no quiera e intentar ser honesto porque sé que lo quieres y pensar que todo se acabó pero aferrarme allí durante diez minutos más hasta que me eches de tu vida y te olvides de quién soy e intentar acercarme a ti porque es hermoso aprender a conocerte y el esfuerzo vale la pena y hablarte mal en francés y peor en ruso y hacer el amor a las seis de la mañana y de alguna de alguna manera comunicarte ese amor abrumador arrasador incondicional omnipresente y sempiterno que enriquece el corazón y libera la mente ese amor eterno y presente que siento por ti.

(Sarah Kane: Crave, 1998)